Taylor elaboró un sistema de organización racional del
trabajo, ampliamente expuesto en su obra Principles of Scientific Management
(1912), en un planteamiento integral que luego fue conocido como
“taylorismo”. Se basa en la aplicación de métodos científicos de orientación
positivista y mecanicista al estudio de la relación entre el obrero y las
técnicas modernas de producción industrial, con el fin de maximizar la
eficiencia de la mano de obra, máquinas y herramientas, mediante la división
sistemática de las tareas, la organización racional del trabajo en sus
secuencias y procesos, y el cronometraje de las operaciones, más un sistema
de motivación mediante el pago de primas al rendimiento, suprimiendo toda
improvisación en la actividad industrial.
Frederick W. Taylor intentó eliminar por completo los
movimientos innecesarios de los obreros con el deseo de aprovechar al máximo
el potencial productivo de la industria. Hizo un estudio con el objetivo de
eliminar los movimientos inútiles y establecer por medio de cronómetros el
tiempo necesario para realizar cada tarea específica.
La organización científica del trabajo en la revolución
industrial
Al taylorismo como método de trabajo, se lo denominó
organización científica del trabajo o gestión científica del trabajo,
entendida como forma de dirección que asigna al proceso laboral los
principios básicos del método científico, indicando así el modo más óptimo de
llevar a cabo un trabajo y repartiendo las ganancias con los trabajadores. Se
basa en la división del trabajo en dirección y trabajadores, la subdivisión
de las tareas en otras más simples y en la remuneración del trabajador según
el rendimiento.
El sistema de Taylor bajó los costos de producción porque
se tenían que pagar menos salarios, las empresas incluso llegaron a pagar
menos dinero por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para
que este sistema funcionase correctamente era imprescindible que los
trabajadores estuvieran supervisados y así surgió un grupo especial de
empleados, que se encargaba de la supervisión, organización y dirección del
trabajo. Este proceso se enmarcó en una época (fines del siglo XIX) de
expansión acelerada de los mercados que llevó al proceso de colonialismo, que
terminó su cruzada frenética en tragedia a través de las guerras mundiales.
Su obsesión por el tiempo productivo lo llevó a trabajar el concepto de
cronómetro en el proceso productivo, idea que superaría a la de taller,
propia de la primera fase de la Revolución Industrial.
La organización del trabajo taylorista transformó a la
industria en los siguientes sentidos:
Aumento de la destreza del obrero
a través de la especialización y el conocimiento técnico.
Mayor control de tiempo en la
planta, lo que significaba mayor acumulación de capital.
Idea inicial del individualismo
técnico y la mecanización del rol.
Estudio científico de movimientos
y tiempo productivo.
La división del trabajo planteada
por Taylor efectivamente reduce los costos y reorganiza científicamente el
trabajo, pero encuentra un rechazo creciente del proletariado, elemento que
sumado a la crisis de expansión estructural de mercado (por velocidad de
circulación de la mercancía) lo llevaría a una reformulación práctica en el
siglo XX que es la idea de fordismo.
Según el propio Taylor, las etapas para poner en
funcionamiento su sistema de organización del trabajo eran las siguientes:
1. Hallar diez o quince obreros
(si es posible en distintas empresas y de distintas regiones) que sean
particularmente hábiles en la ejecución del trabajo por analizar.
2. Definir la serie exacta de
movimientos elementales que cada uno de los obreros lleva a cabo para
ejecutar el trabajo analizado, así como los útiles y materiales que emplea.
3. Determinar con un cronómetro el
tiempo necesario para realizar cada uno de estos movimientos elementales y
elegir el modo más simple de ejecución.
4. Eliminar todos los movimientos
mal concebidos, los lentos o inútiles.
5. Tras haber suprimido así todos
los movimientos inútiles, reunir en una secuencia los movimientos más rápidos
y los que permiten emplear mejor los materiales más útiles.
La aplicación del sistema de Taylor provocó una baja en
los costos de producción porque significó una reducción de los salarios. Para
estimular a los obreros a incrementar la producción, muchas empresas
disminuyeron el salario pagado por cada pieza. Hacia 1912 y 1913 se
produjeron numerosas huelgas en contra de la utilización del sistema de
Taylor.
Quedaba atrás, definitivamente, la época en que el
artesano podía decidir cuánto tiempo le dedicaba a producir una pieza, según
su propio criterio de calidad. Ahora, el ritmo de trabajo y el control del
tiempo de las tareas del trabajador estaban sujetos a las necesidades de la
competencia en el mercado.
Los principales puntos del modelo de organización de
Taylor fueron determinar científicamente trabajo estándar, crear una
revolución mental y un trabajador funcional. A finales del s. XIX, principios
del XX nos encontramos dos esferas sociales diferenciadas: el campo y la
fábrica. Hay una tendencia a la mayor división social del trabajo: tareas
cada vez más simples, parcelación progresiva de las tareas. Los fines del
modelo consistían en aumentar la productividad, consiguiendo más por menos,
cuestión que desemboca en la descualificación de los obreros. Con la división
del trabajo se eliminan costos y el trabajo artesanal, se consigue que el
conocimiento pase a los ingenieros, los oficios dejan de tener la posición
preferente y negociadora que tenían hasta el momento, así el trabajador
pierde ese poder negociador como resultado de la conversión a tareas simples.
La fragmentación del trabajo produce una descualificación al destruirse los
antiguos oficios, fragmentándolos y descomponiéndolos, aumentando la
eficiencia y bajando los costos ya que al trabajador que lleva a cabo tareas
simples se le paga menos. Este sistema conlleva un problema: el monopolio del
conocimiento, interés en que ese conocimiento no trascienda para así lograr
mantener aquél régimen.
Los autores Brown, Laudar y Asthton denominan taylorismo
digital a la organización global del denominado trabajo de conocimiento
propio de la revolución informática o tercera revolución industrial- que es
sometido al mismo proceso de gestión de organización científica que en su día
sufrieron los denominados trabajos artesanales por el taylorismo.1 2
El taylorismo digital somete las tareas, hasta hace poco
consideradas no mecanizadles -de carácter creativo, intelectual-, propio de
las clases medias y muchos profesionales, al mismo destino que las
artesanales, son codificadas y digitalizadas consiguiendo que la capacidad
humana de decisión y juicio pueda ser sustituida por programas automáticos
con protocolos de decisión informatizados -mecanizados-. Además, por su
facilidad de deslocalización y movilidad técnica de los procesos -propia de
las conexiones globales informatizadas- los empleos son fáciles de exportar,
cambiar y sustituir.1
Son los países desarrollados los que más van a sufrir el
taylorismo digital ya que las tareas informatizadles aumentan día a día y es
en los países en desarrollo y subdesarrollados donde se encuentran salarios
cada vez más bajos.
cibergrafia: https://sites.google.com/site/3daldairgrandeest162/home/bloque-3/1-1la-aplicacion-de-nuevas-tecnicas-en-los-procesos-tecnicos-para-aumentar-la-productividad-la-calidad-y-la-eficiencia
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